El ronquido es el ruido que se produce al pasar el aire respiratorio por unas vías aéreas superiores estrechadas. La mitad de los hombres por encima de la edad media de la vida roncan y casi un
tercio de las mujeres. El ronquido no es una situación normal o fisiológica y muchas veces es el síntoma más perceptible de otros problemas de salud.
ORIGEN DEL RONQUIDO
El ronquido puede tener causas neurológicas, funcionales o anatómicas. Las causas anatómicas se sitúan en el área de estudio de la otorrinolaringología y, en ocasiones, tienen tratamiento. La génesis
del ronquido suele ser multifactorial, encontrando en pocas ocasiones una única causa.
La estrechez que puede dar lugar al ronquido, se puede situar a nivel nasal, por diversas patologías que produzcan en estrechamiento en las fosas nasales.
La faringe es la localización que con más frecuencia presenta anomalías obstructivas que provocan el ronquido. En los niños la hipertrofia de las adenoides (vegetaciones) o de las amígdalas es una
causa común de ronquido. En los adultos también puede ser causa una hipertrofia amigdalar, como también el velo del paladar o la úvula elongadas o hipertróficas. En la parte más baja de la faringe la
causa se puede encontrar en un aumento del volumen de la base de la lengua.
La anatomía y conformación de la anatomía del cuello también son causa de ronquido. Los cuellos cortos o con mentón hundido son causa de ronquido.
El sobrepeso y la obesidad son causa frecuente de ronquido. Se produce un depósito graso que, por un lado estrecha la vía aérea a nivel de la faringe y, por otro, aumenta la laxitud de los tejidos
que favorecen el ronquido.
APNEA OBSTRUCTIVA DEL SUEÑO
La palabra apnea significa falta de respiración, y vienen a definir los periodos que se intercalan entres los ronquidos sin ruido respiratorio y que tras una pausa de hasta más de un minuto termina
en una fuerte inspiración.
La apnea se suele producir en las fases más profundas del sueño, cuando la relajación faríngea es mayor, y por tanto las causas de las estrecheces arriba mencionadas se hacen más ostensibles,
pudiendo dar lugar al colapso o cierre de la luz faríngea impidiendo la respiración. Ello conlleva a una disminución del oxigeno en sangre con una sobrecarga cardiorrespiratoria que suele terminar
despertando parcialmente al sujeto (no suele llegar a despertar al sujeto conscientemente); al disminuir la relajación de su musculatura, permite de nuevo el paso de aire, lo que se suele traducir
por el fuerte ruido inspiratorio con el que termina la apnea. De lo descrito se deriva los síntomas que constituyen el denominado Síndrome de la apnea obstructiva del sueño (SAOS), que se podrían
resumir en falta de un sueño reparador y sobrecarga cardiorrespiratorias además de variables molestias faríngeas.